¿Debe una persona con albinismo llevar
lentes correctoras?
Las personas con albinismo tienen una
agudeza visual limitada, y por ello su visión suele requerir de
ayudas ópticas que logren aumentarla.
Las diferentes anomalías características
de la retina de las personas con albinismo hacen que sus imágenes se
generen a partir de mucha menor información y aparezcan menos
definidas, con menor resolución, incluso con la ayuda de lentes
correctoras. Para compensar la falta de agudeza visual pueden usarse
dispositivos oculares como catalejos, prismáticos, monóculos, lupas
u otros dispositivos ópticos que aumenten, que acerquen las imágenes
al observador y que no tienen por qué llevarse siempre y en todo
momento, pero que pueden ayudar a la persona con albinismo cuando
ésta lo necesite (en clase, por ejemplo, para divisar la pizarra
desde el pupitre, en el cine, para ver la televisión en un bar desde
una posición alejada, etc.).
Pueden también incorporarse lentes de
aumento en monturas tradicionales, en forma de unas gafas. Son
altamente recomendables las visitas periódicas al oftalmólogo, más
frecuentes mientras se está desarrollando la visión (hasta los 6-10
años), con objeto de poder situar en cada momento las lentes que
mejor ayuden a la persona con albinismo a aprovechar y a desarrollar
la visión limitada que tenga.
Adicionalmente, las personas con
albinismo pueden tener, o no, miopía (problemas para ver de lejos) o
hipermetropía (problemas para ver de cerca) y suelen tener algún
grado de astigmatismo y/o de estrabismo. La experiencia indica que
una persona con albinismo y miope tenderá a rechazar o no usar las
gafas correctoras de su miopía, pues apenas percibirá mejora alguna
en su visión de lejos, suficientemente limitada aún sin la miopía.
Sin embargo, una persona con albinismo e hipermetropía obtendrá una
mejora substancial en su calidad visual con gafas correctoras y
tenderá a llevarlas en todo momento. En cualquier caso, aunque hay
excepciones, las personas con albinismo tenderán a usar algún tipo
de gafas, lentes de contacto o dispositivos ópticos que les permitan
mejorar su capacidad visual.
Las monturas deberán ser de tamaño
pequeño o mediano, pues permiten controlar de forma más precisa la
alineación entre el centro del ojo (la pupila) y el centro del
cristal, donde no se producen distorsiones de la imagen. Deben
evitarse las gafas de monturas grandes, con grandes lentes, pues son
propensas a generar distorsiones de la imagen si se mira a través de
zonas alejadas del centro del cristal o de la lente. Los
oftalmólogos recomiendan el uso de lentes de contacto frente a las
gafas tradicionales, siempre que la curvatura del ojo y las
diferentes anomalías ópticas a corregir lo permitan. Las lentes de
contacto pueden empezar a utilizarse desde niños, de acuerdo con el
oftalmólogo y con los padres del niño, que valorarán la mejor edad a
partir de la cual es aconsejable el uso de lentes de contacto.
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